Soy una obra de arte en eterno proceso
Una reflexión íntima sobre mi proceso de autoconocimiento, un viaje continuo lleno de desafíos y momentos de revelación. Comparo mi vida con una obra de arte en constante creación, donde cada pincelada representa mis experiencias, emociones y aprendizajes. Hablo de cómo las sombras y la luz coexisten en mi camino, y cómo, a través del arte y la conexión con la naturaleza, he encontrado fuerza para abrazar mis contradicciones y aceptar mis imperfecciones. Reconozco que no soy un producto terminado, sino un mosaico vivo en transformación, y celebro la belleza del viaje hacia mi esencia.
SANARARTELA SOMBRA
Yuriria
1/23/20252 min read
Soy un lienzo inacabado, una obra de arte en construcción constante, un tejido donde cada hilo es un fragmento de mi historia, de mis triunfos y de mis heridas. Mi proceso de autoconocimiento ha sido una travesía por territorios inhóspitos y otros exuberantes, un viaje por desiertos de silencio y montañas de emociones que me han desbordado.
El autoconocimiento no es un proceso limpio ni ordenado; es una danza desordenada entre sombras y luz. Ha habido momentos en que la oscuridad parecía devorarme, sin embargo, justo cuando creía que no podría sostenerme más, un haz de luz se revelaba desde el fondo del caos. Esa luz no venía del exterior, sino del centro más profundo de mi alma.
En este proceso, me he enfrentado a mis miedos y a mis dudas. He aprendido que las respuestas no siempre vienen en forma de palabras, sino de sensaciones, de ese murmullo del viento que susurra cuando estoy en silencio, de la conexión con la tierra que siento cuando mis manos están cubiertas de pintura o de tierra mojada. La naturaleza, me ha mostrado que todo proceso tiene su ritmo y su tiempo.
Mi obra refleja mis ciclos y también mis momentos de plenitud. Hay días en los que mi creatividad fluye como un río, y otros en los que apenas puedo sostener el pincel, pero incluso en esos momentos entiendo que el vacío también es parte del proceso. Es en ese vacío donde las semillas del cambio comienzan a germinar.
A lo largo de este camino, he aprendido a abrazar mis contradicciones. Soy fuerte y vulnerable, segura y con dudas, un ave libre que a veces necesita raíces profundas. He dejado de buscar la perfección, porque he comprendido que no soy un cuadro terminado; soy una obra en eterno proceso, llena de imperfecciones que me hacen humana, de colores que se mezclan y se transforman con cada experiencia vivida.
El autoconocimiento no es un destino, es un viaje. Y en ese viaje, he encontrado la belleza en lo inesperado, en los giros que no planeé, en las caídas que me enseñaron a levantarme. Cada paso, por pequeño que parezca, me lleva más cerca de mi esencia, de ese ser que no se define por logros ni títulos, sino por la capacidad de sentir, de amar, de crear.
Soy una obra de arte en eterno proceso, un collage de sombras y luz, un verso a la vida. Al final, no busco llegar a un lugar perfecto, sino honrar el viaje, celebrar el caos y la belleza de ser humana. Porque en esa celebración, en esa aceptación, es donde reside la verdadera luz.
Yuriria
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